Puebla de la Sierra

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Es, seguramente, el municipio más aislado de la Sierra del Rincón. Una estrecha calzada que, en algunos puntos, supera los 1.600 metros de altitud -y que ocasionalmente queda cortada por la nieve en invierno-, nos conduce hasta su núcleo urbano por unos paisajes de enorme belleza. Es difícil encontrar otra carretera tan pintoresca en los alrededores. A lo largo de 18 kilómetros no encontraremos otro pueblo, ni casa alguna, tan sólo frondosos bosques de pino salpicados de robledales autóctonos y monte bajo; jara, brezo y cantueso.

La carretera continúa adentrándose en la Reserva Nacional de Caza de Sonsaz, que discurre sinuosa entre pronunciados barrancos. En lo más hondo del cañón, brilla el río de La Puebla. Tras la enésima curva, en medio de un anfiteatro rocoso, entre árboles centenarios y riachuelos cristalinos surge, al fin, La Puebla de la Sierra. Un municipio de repoblación, como todos los de la zona, que luce edificios de piedra oscura, rematados con detalles de madera que han sido cuidadosamente recuperados por sus habitantes, cada vez más conscientes de la importancia de conservar los rasgos originales de la arquitectura popular.

El origen de La Puebla se remonta al siglo XII cuando, por razones defensivas, se fundaron en la comarca de Buitrago los primitivos asentamientos estables. La primera referencia la encontramos en 1304. En ese año, el rey Fernando IV autorizó a Fernando Martínez la permuta de la aldea de la Muger Muerta por la de Valdomena, una aldea de Almoguera. Entonces era tan sólo un señorío jurisdiccional ya que las tierras pertenecían a la Villa y Tierra de Buitrago.

Sí, la denominación de Puebla de la Sierra, es muy reciente. De hecho se aprobó en el B.O.E (Boletín Oficial del Estado) del 11 de octubre de 1940. Hasta entonces, este coqueto pueblecito de la sierra era conocido como aldea de la Mujer Muerta, y así figura en el aludido Libro de la Montería (1344) del rey Alfonso XI. Lo de “mujer muerta” resulta de los cerros que la rodean, cuya silueta recuerda a una mujer yacente.

Para compensar el aislamiento y la lejanía que dificultaba su gobierno, el 20 de abril de 1490 el Marqués de Santillana le concedió el título de villazgo. A pesar de que ya disponía de jurisdicción propia, el concejo de Puebla siguió reuniéndose en el pórtico de la Iglesia hasta la segunda mitad del XVI, cuando se construyó el primer Ayuntamiento. A esa misma época se remonta la construcción de la ermita de Nuestra Señora de la Soledad, de la fragua y la Fuente Vieja, que todavía conserva su típico arco de medio punto.

La Puebla queda dividida en dos por la Calle de la Cruz, que baja desde el Puerto de la Puebla y asciende ligeramente hasta el lavadero. Las calles laterales se disponen de manera regular dejando a nuestra derecha el edificio consistorial y la iglesia parroquial en una coqueta plaza y, a la izquierda, en una casa de arquitectura típicamente serrana, encontraremos la Fragua. Sin embargo, antes de visitar los atractivos turísticos de su núcleo urbano, exploraremos sus alrededores.

Si salimos del término municipal en dirección Sur, por la Calle de la Cruz, que después se convierte en la carretera M-130 que comunica con Robledillo de la Jara, en el kilómetro 17 hallaremos el área recreativa La Tejera, Parque Avellanos. Un espacio con mesas habilitado para el pic-nic, rodeado de bosques de roble melojo, alisos y avellanos centenarios. Muy cerca de allí encontraremos los “tinaos” o tinados, casas de pastoreo que han ido quedando abandonadas paulatinamente pero que dotan al paisaje de un cierto aire bucólico. De nuevo el pasado económico de Puebla de la Sierra tiene que ver con el ganado y, en concreto, las ovejas que venían a pastar en verano.

Hay una senda de 8 kilómetros (con bastante desnivel) que parte desde el núcleo urbano hasta el Cerro Larda, el esfuerzo se ve recompensado por una increíble panorámica sobre el valle, de los antiguos tinaos y los lavaderos que se empleaban antaño para el lino. En la Puebla también hubo numerosos telares.

Los aficionados a la caza también están de enhorabuena porque, desde 1973, se extiende en el término municipal de Puebla de la Sierra la denominada Reserva de Caza de Sonsaz, donde campan a sus anchas corzos, jabalíes, zorros, palomas, perdices rojas y otras especies de gran valor cinegético.

© Ignacio Úbeda Liébana