PERSONALIDADES DE NUESTRA RESERVA

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Ángel Martín Pompey

Medalla de Oro a la Creación Musical 1990.

Premio Nacional de Música 1999

Nació en Montejo de la Sierra (Madrid) el 1 de octubre de 1902. Además de su pueblo natal, gran parte de su infancia se desarrolló en otras pequeñas localidades madrileñas como Bustarviejo y Colmenar de Oreja. La impronta que dejó en su infancia el contacto cotidiano con la música tradicional y los diferentes elementos del paisaje sonoro de la tradición oral, tuvo influencia en algunas de sus composiciones de madurez. También su inquieto espíritu de juventud le hizo interesarse por todo el amplio lenguaje musical al que pudo acercarse, desde las primeras formaciones jazzísticas estadounidenses que llegaron al Madrid de los locos años 20, hasta los ritmos del norte de Africa, el canto gregoriano o las vanguardias musicales centroeuropeas, etc.

Se formó en el Real Conservatorio de Madrid, teniendo por maestros, entre otros, a José Cubiles (piano), Julio Francés y Antonio Bordas (violín), Bernardo Gaviola (órgano), Arturo Saco del Valle (conjunto instrumental), José Forns (Historia y Estética), y Conrado del Campo (armonía y composición).

Ángel Martín Pompey obtuvo su diploma de composición en 1931, contando ya con un extenso catálogo de estrenos iniciado en 1913. Desde 1935 hasta 1943 asistió a Bartolomé Pérez Casas en su cátedra de armonía en el Conservatorio, al que regresaría en 1961 por un breve período como profesor interino de composición. Desde 1941 hasta su jubilación impartió enseñanza musical en el Colegio del Pilar, lo que dio origen a gran número de obras corales y dramáticas dirigidas a la infancia.

En 1941 fue becado por la Real Academia de Bellas Artes para seguir estudios gregorianos en Montserrat y para realizar una investigación sobre los fondos musicales de la Biblioteca de Palacio, trabajo que mereció una mención honorífica de la Academia. En 1975 recibió una ayuda de la Fundación Juan March para la composición de su opus magnum. Paralelamente a su actividad creativa, entre los años cuarenta y los sesenta Martín Pompey ejerció como crítico musical de los diarios Ya, ABC y de otras publicaciones musicales.

En reconocimiento a toda una vida de trabajo, la Comunidad de Madrid le concedió en 1990 la Medalla de Oro a la Creación Musical. En 1999 recibió el Premio Nacional de Música.

Desde su primera infancia Martín Pompey dio muestras de un excepcional talento para la composición y de un obsesivo afán creador. Fruto de ello es su vastísimo catálogo que incluye los géneros camerístico, sinfónico y dramático en todas sus variantes. Muchas de sus obras fueron estrenadas por agrupaciones como el Cuarteto Clásico de RNE, la Agrupación Nacional de Música de Cámara, el Cuarteto Arcana, y las orquestas Filarmónica, Sinfónica, Clásica, Nacional, la Sinfónica de la Comunidad de Madrid o la Sinfónica de Radio Berlín, entre otras.

Relegada durante décadas al olvido, la figura de Ángel Martín Pompey viene despertando creciente interés, gracias a una serie de reposiciones y estrenos como el exitoso estreno de su ópera bufa La Tarasca en el Festival de Otoño de 1998 o la programación de sus Cuartetos nº 4 y nº 9 en la Fundación Juan March.

Autoría de las fotos: Rafa Martín ©Scherzo Editorial, SA

       

Antonio López Lillo

Presidente de Honor de Europarc-España

Antonio López Lillo nace en Madrid el 7 de octubre de 1935.

Estudia en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Montes de la Universidad Politécnica de Madrid donde alcanza el título de Doctor en 1967 e iniciar al año siguiente su labor docente como profesor de botánica que mantendrá hasta 1989.

Esa labor la compatibilizará con su carrera administrativa: dos etapas como Jefe de Servicio Forestal y contra Incendios de la Diputación Provincial de Madrid (de 1968 a 1974 y de 1975 a 1983) y como Subdirector General de Protección de la Naturaleza del ICONA (entre 1974 y 1977).

Fue discípulo del Catedrático de botánica Luis Ceballos, colaborando con él y posteriormente con su sucesor Juan Ruiz de la Torre así como los ecólogos catedráticos Fernando González Bernáldez o Ramón Margalef, con quienes mantuvo buena amistad y compartía el aprecio, inquietud y dedicación por la vegetación, la conservación de la naturaleza o la ecología.

Antonio junto a Félix Rodríguez de la Fuente y el Gobernador de San Sebastián en un acto organizado por el ICONA en su etapa como subdirector.

En lo que se refiere a la Sierra del Rincón, tuvo un papel fundamental en la organización del sistema de visitas guiadas al Sitio Natural de Interés Nacional del Hayedo de Montejo (declarado en 1974), planeado a semejanza de las entradas a la cueva de Altamira.

 

Ya en la recién creada Comunidad de Madrid es nombrado Jefe de Servicio de Medio Natural, puesto en el que se mantendrá desde 1983 hasta 1995. Desde allí participará de forma decisiva en el diseño y puesta en funcionamiento de un sistema controlado de visitas al Hayedo de Montejo en 1988. Un año después (1989) la Agencia de Medio Ambiente (precursora de la actual Consejería) lideró la transformación de esta fórmula en un verdadero programa de interpretación del patrimonio natural, con entradas controladas y limitación de itinerarios en su interior.

Frente al antiguo refugio de pescadores del Hayedo, actualmente convertido en aula y dedicada en su nombre.

En 1992 pone en marcha, junto al Catedrático Alberto Pardos Carrión, el Convenio de colaboración entre la administración madrileña y la Fundación de la Universidad Politécnica de Madrid, para llevar a cabo labores de investigación en el Hayedo. Esta actividad se ha mantenido hasta hoy, liderada por Luis Gil Sánchez (al igual que el profesor Pardos, Académico de la Ingeniería), generando no solo un enorme conocimiento de este espacio protegido (siendo quizás uno de los bosques mejor estudiados de España) sino, también, gran cantidad de artículos en las principales revistas forestales del mundo, trabajos fin de carrera, de grado y de máster así como dos libros en los que se resume toda esta información.

En 1997 se hace cargo del Servicio de Educación Ambiental desde donde organiza la Red de Centros de educación ambiental de la Comunidad de Madrid con el apoyo de María José Fernández Casals, Rosario Ruiz y Elda Carmona. El programa en el Hayedo forma parte de esta Red que llegó a alcanzar, en su primer momento, once centros repartidos entre las zonas protegidas de la Comunidad y otras áreas verdes periurbanas. A él está dedicada el aula que, en su interior, presenta dioramas y otros recursos educativos e interpretativos.

Sus cargos en instituciones y asociaciones profesionales han sido numerosos: Secretario de la Asociación de Ingenieros de Montes, Secretario General del Comité Español del Programa MaB (1981-1991), Vicepresidente del Instituto de Estudios y Arte Paisajista, Vicepresidente de la Asociación Española de Parques y Jardines Públicos, Consejero de la Federación de Parques Naturales y Nacionales de Europa (1989-2001), Presidente de la Sección Española de esta Federación, denominada Europarc-España (1993-2001) y Presidente de Honor (desde 2001).

Entre otras distinciones, en 1994 se le concedió la medalla Alfred Toepfer de la Federación de Parques Europeos, galardón que distingue a aquellas personas que han contribuido de forma excepcional a la conservación de la naturaleza y al desarrollo sostenible en Europa.

Sus publicaciones son muy numerosas, relacionadas siempre con las especies de árboles españoles, plantas ornamentales, parques y jardines o espacios naturales protegidos. Uno de los libros más apreciados por él es el titulado Árboles de Madrid editado por vez primera en 1984 e ilustrado con atractivas acuarelas de Margarita Mielgo.

      Luis Alfonso Gil Sánchez

Luis Alfonso Gil Sánchez nace en Madrid el 26 de agosto de 1951.

Licenciado en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid (1977) e Ingeniero de Montes por la Universidad Politécnica de Madrid (1979), Escuela en la que logra el Doctorado en 1983.

Es profesor desde 1981 y catedrático del Departamento de Sistemas y Recursos Naturales desde 2002 en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Montes, Forestal y del Medio Natural de la Universidad Politécnica de Madrid. Allí creó también los Grupo de Investigación de “Genética y Fisiología Forestal” y “Sistemas Naturales e Historia Forestal”.

En 2008 fue nombrado miembro de la Real Academia de Ingeniería de España, con la medalla número XXVII, de la que llegó a ser su Secretario General entre 2011 y 2015.

Estudioso de la genética de las especies forestales, ha sido el principal responsable de los trabajos y estudios que han conducido a la localización de olmos resistentes a la grafiosis (pandemia que, desde 1986, casi llegó a exterminar las poblaciones ibéricas) y de la multiplicación y propagación de los clones resistentes generados desde entonces, trabajos materializados en un proyecto LIFE.

Ha estudiado la diversidad genética y ecología de los pinares y alcornocales de España, para apoyar su conservación, siendo autor de doce monografías del Inventario Forestal Nacional y director de la edición de un Atlas Forestal de Castilla y León en 2007.

Fuera de nuestro país, dirigió el programa de cooperación con Etiopía para la repoblación forestal a base de eucaliptos, convertida en importante fuente de mejora ambiental y de recursos económicos para la población local. Por ello recibió en 2013 el Premio UPM a la Cooperación Internacional en Investigación para el Desarrollo al romper la relación entre pobreza y degradación ambiental mediante el restablecimiento de la cubierta vegetal en tierras degradadas.

En la Sierra del Rincón, tomó el relevo en 2005 de José Alberto Pardos Carrión en los trabajos que la Comunidad de Madrid y la Escuela de Ingenieros de Montes iniciaron en 1992 para conocer y apoyar la gestión forestal en el Hayedo de Montejo de la Sierra, contribuyendo desde entonces a que sea este uno de los espacios forestales más estudiados y mejor conocidos de España. Dos libros recogen los datos y conclusiones más importantes de estos años: “El Hayedo de Montejo. Pasado y presente” (2002) y “El Hayedo de Montejo. Una gestión sostenible” (2010).

Consecuencia de estos trabajos fin de grado y máster, tesis y publicaciones científicas ha sido la consideración del Hayedo como zona núcleo de la Reserva de la Biosfera de la Sierra del Rincón desde su declaración en 2005 y su inclusión como parte del bien en serie Patrimonio Natural de la Humanidad de la UNESCO de los “Hayedos primarios y maduros de los Cárpatos y otras regiones de Europa” en su ampliación de 2017.

 

Rafael de Frutos Brun

Natural de Montejo, tercer hijo del matrimonio formado por Domingo De Frutos y Paula Brun. Nació en mayo de 1936, con lo que su infancia fue un «poco ajetreada», como luego lo ha sido toda su vida.

Su formación académica la recibió en el Seminario Mayor Diocesano de Alcalá de Henares, pero su destino no era el de ser sacerdote y abandonó el seminario volviendo a Montejo.

Ya, en uno de sus primeros trabajos remunerados, entra en contacto plenamente con la naturaleza y en concreto con el bosque pues es contratado por la Dirección General de Montes, que luego se convertiría en el ICONA, para participar, junto con otros compañeros, en la repoblación forestal de las sierras de Montejo. Su misión: abrir agujeros en el suelo de 50 cm de profundidad y 40 cm de ancho ayudados de un pico y una azada sobre un trazado lineal y simétrico marcado por un ingeniero forestal.

Posteriormente, su contacto con los bosques continúa ya que la familia se queda con la contrata de fabricar carbón vegetal para transportarlo y venderlo en Madrid capital como combustible para las estufas y cocinas económicas de la época.

De su contacto con la carretera, debido a los portes, le toma el gusto a conducir y trabaja en distintas empresas como conductor profesional. Empieza a recorrer las carreteras de España pero siempre buscando un hueco para volver al pueblo y su entorno natural.

También, en las largas esperas en los muelles de carga, descubre una pasión suya, que es la de escribir poesía. Y ¿sobre qué escribe? Pues sobre todo lo que le rodea, desde un homenaje a un compañero como la crítica sarcástica a un programa de televisión, pero sobre todo escribe de la gente, constumbres y naturaleza del pueblo que le vio nacer. Y, entre todo ello, el texto del “Himno a la Virgen de Nazaret” al que puso música Ramón Gil González.

Su contacto con el medio que le rodeaba era tan natural y cotidiano que no se da cuenta de lo que eso suponía hasta que descubre su sentimiento de amor a la naturaleza a raíz de acompañar a un ciudadano alemán que frecuentaba Montejo y que con fuerte acento gritaba en la entrada de El Hayedo de Montejo, conocido entonces como El Chaparral, “¡Todo esto es vida! ¡Soy rico!” y Rafa pensaba lo inmensamente millonario que era pues él disfrutaba de esa riqueza cuándo y cómo quería.

Y para que otros muchos pudieran descubrir lo que aquel alemán pensaba que era suyo muchas de sus poesías están dedicadas a El Hayedo y a alguno de sus árboles más emblemáticos.

Como tiene gran don de gentes siempre ha conseguido mover y convencer a personas que le rodean. Gracias a su mediación se consiguieron fondos y mano de obra para restaurar la Ermita de Nazaret o para plantar más de 40 árboles frutales en las aceras de la calle de la Casa del Agua de Montejo. Árboles que ya dan frutos.

En la actualidad, con sus 87 años de edad, sigue saliendo todos los días a dar una vuelta por las sierras que le vieron trabajar repoblándolas o por los claros del bosque donde estaban los hornos de carbón pero sobre todo llegándose hasta El Chaparral y sintiendo esa riqueza que le insufla vida.

Para quienes trabajamos en la Reserva de la Biosfera de la Sierra del Rincón colaborar con él ha sido siempre un lujo. Por su disposición siempre abierta, por su generosa inquietud artesana, su amor por la apicultura y las abejas mucho antes de que estuvieran en boca de todos, por ser el auténtico cronista del bosque y de la tierra en los que trabajamos y a los que amamos, aunque no hayamos nacido en ella.

Pocas personas tienen tanto derecho a estar en esta lista como Rafa y María, sin los que nada de lo vivido y conseguido estos años habría sido lo mismo.

José Manuel Fraile Gil

Nacido en Madrid, su relación familiar con Guadalix de la Sierra y, por proximidad, con toda la Sierra Norte de Madrid es fundamental para entender buena parte de sus trabajos e intereses.

Arqueólogo por formación, se dedicó muy pronto a la investigación y divulgación etnológica, centrándose en la tradición oral española e hispánica y, dentro de ella, especialmente en el Romancero al que ha dedicado buena parte de sus obras.

Discípulo de Diego Catalán, nieto de D. Ramón Menéndez Pilar y D.ª María Goyri, fue asiduo de la casa que en Chamartín de la Rosa tenían y donde, según sus propias palabras, descubrió “un ambiente acogedor de trabajo, una mezcla de investigadores y alumnos y unos maestros que enseñaban y convencían sin imponer su criterio” en lo que compara con el “espíritu de la Institución Libre de Enseñanza que pervivía aún en el caserón a la sombra de Jimena”, hija de ambos y madre del primero.

Es colaborador habitual de numerosos organismos punteros en estos estudios, entre ellos, el Seminario Menéndez Pidal, el Instituto de las Identidades de Salamanca, el Centro de Documentación Etnográfico de Castilla y León o el Departamento de Literatura de la Universidad de Cádiz. Recibió en 2003 el Premio Nacional de Folklore Agapito Marazuela.

 

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Ha publicado, entre otros muchos, trabajos como el “Romancero Tradicional de la Provincia de Madrid” (1991), recogiendo colaboraciones con Eliseo Parra, o los quince volúmenes de “Madrid Tradicional. Antología”. Colabora con, entre otros muchos, Antonio Lorenzo Vélez o Julio Camarena Laucirica y grupos madrileños como “Odres” (Alcorcón), “Pliego de Cordel” (Alcalá de Henares) y “Campiña” (perales de Tajuña), además de otros como “La Musgaña” en sus trabajos en el Valle del Lozoya.

 

Fuera de nuestra Comunidad, es responsable del “Romancero Tradicional de Cantabria” (2010) así como una “Primera Antología Sonora del Romancero Tradicional Panhispánico” (Salamanca, 1992) y otra “Segunda Antología” muy reciente (Torrelaguna, 2010), en las que se incluyen materiales recogidos en Hispanoamérica, España y sus diferentes áreas lingüísticas, entre ellas las correspondientes a la herencia sefardí. Entre sus trabajos monográficos destacan el publicado sobre la zambomba (“Tradición oral y zambomba”), Cantabria, Bustarviejo (Madrid), Castejón de Monegros (Huesca), Peñaparda (Salamanca), Aliste (Zamora), el dedicado a D.ª Eva González Fernández (Palacios de Sil, León) o el dedicado a su pueblo: Guadalix de la Sierra.

 

Editados por la Comunidad de Madrid, publicó “Cuentos de la tradición oral madrileña” y “La poesía infantil en la tradición oral madrileña”, en los que trabaja otros géneros de la literatura oral.

 

Sus investigaciones y artículos relacionados más o menos directamente con la Sierra del Rincón vienen de muy atrás, recogiéndose básicamente en publicaciones periódicas como “Revista de Folklore”, de la Fundación Joaquín Díaz. Pero la obra fundamental en la que reúne todos sus conocimientos y las muestras aportadas por infinidad de informantes y colaboradores de todos nuestros pueblos comienza en 2015 con el primer volumen de su “Música y tradición oral en el Rincón de la Sierra (Madrid). El ciclo de las estaciones” al que acompañaba un “Estudio de indumentaria” obra de Marcos León Fernández.

 

Desde entonces, y a partir de 2020, aparecen año tras año los otros cuatro tomos que completan su impresionante obra: los dedicados a los “Romances tradicionales y canciones narrativas” (2020), “Rimas, rezos y remedios” (2021), “Juegos, retahílas y cuentos” (2022) y el “Cancionero” (2023).

 

Recientemente ha presentado también su obra más ambiciosa: “Romances tradicionales y canciones narrativas de Madrid y su provincia” (2023), con casi 1500 muestras y 476 audios recogidos en toda la Comunidad.

Su trato, siempre amable, y la consideración con que se le acoge en todas las familias de los seis pueblos de la Reserva de la Biosfera son la mejor credencial para justificar su presencia entre estas personalidades de la Sierra del Rincón. Y nuestro mejor testimonio de respeto y agradecimiento por su labor de años.