Arquitectura de oficios

en Montejo de la Sierra
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Horno suspendido

En el lado sur de la iglesia y en torno a la Puerta del Sol, cerca de las huertas, se halla el entramado de edificios más antiguos.

Se trata de edificaciones con formas elementales que utilizan procedimientos constructivos similares a los de la vivienda rural pero más toscos. Muros de piedra, en los que predomina el esquisto, engarzado con barro y cerramientos de piedra y adobe.

En los pueblos de la sierra, la vivienda está planteada como un elemento más dentro del sistema agropecuario. Albergaba no sólo a las personas sino, también, a los animales y su alimento, sin apenas espacio para la privacidad. Un ejemplo claro lo encontraremos en el Callejón del Turco -que nada tiene que ver con el de la emboscada al general Prim-. Allí pervive una de estas viviendas tradicionales con un horno exterior suspendido a media altura que sobresale de la pared. Se trata de otro de los elementos característicos de las casas serranas de la zona. Está hecho de adobe y mampostería, forrado de barro y sustentado sobre troncos de madera. Es el único horno de este tipo que se han conservado en la sierra del Rincón.

Era costumbre situar el horno en la cocina con su boca dentro del hogar de fuego bajo en torno al cual se hacía vida y se cocinaba con ellos pucheros sobre las trébedes o con el caldero colgado de las llares y se utilizaba, como es lógico, para elaborar pan aunque también de fuente de calor para la casa. Se convertía, por tanto, en centro de reunión para comer o, simplemente, conversar.

Horno suspendido

Protro de Herrar

Montejo fue y todavía es, pueblo ganadero. Muchos criadores iban a las ferias de ganado, entre ellas, las de Buitrago y Valladolid. En el pasado fueron notables los conflictos entre ganaderos y pastores de los términos municipales de Montejo, Horcajuelo y el propio Buitrago. Se conservan documentos de alguna de estas disputas por el uso de los pastos comunes en los que tuvo que intervenir el mismísimo Carlos I de España y V de Alemania.

Legado de ese pasado, muy cerca del Centro de Recursos e Información de la Reserva de la Biosfera Sierra del Rincón, si giramos a la izquierda por la Calle de la Soledad, encontraremos un antiguo potro de herrar, que constituye otro de los elementos característicos de la tradición serrana.

Este instrumento servía para inmovilizar el ganado cuando se le iba a herrar o, también, para practicar alguna cura de urgencia. Se ubica frente al antiguo toril, donde antiguamente se guardaba al toro del pueblo, el único semental que montaba a las vacas de Montejo.

El “instrumento” consta de tres partes: Unos monolitos de piedra clavados en el suelo como estructura del potro. Unas piedras inferiores de menor tamaño que servían de punto de apoyo para la pata doblada del animal, un yugo de madera, también llamado “ubio”, donde se sujetaba su cabeza y, finalmente, unas traviesas de madera a los que se ataban unas cinchas de cuero para mantener inmovilizado al animal.