La Peña Gorda: del juego infantil al bosque comestible
La Peña Gorda era un promontorio natural donde niñas y niños se asomaban para ver pastar al ganado. Fue cubierta parcialmente por escombros y en 2008, los vecinos impulsaron su recuperación mediante un taller de bancales de piedra seca, transformando el entorno en un bosque comestible municipal. Ahora es un espacio de aprendizaje y biodiversidad.
-“Cuando mi madre me manda algo que no es de mi gusto, me voy a la peña gorda, cojo un lagarto y la asusto”. Este dicho popular recuerda el carácter lúdico de este lugar.
Los Molinos del Río Madarquillos: memoria del agua y el pan
Hasta los años 50, Madarcos contaba con tres molinos. El agua del Madarquillos era desviada por un canal, el “caz”, que movía la maquinaria.
Las familias molineras recorrían los pueblos cercanos en burro para recoger el cereal y devolverlo convertido en harina con la que hacer pan. También para alimentar al ganado con el salvado sobrante. Hoy se conservan restos de estos molinos, testigos del trabajo y saber populares ligados al agua.
El Reloj de Vez: el sol como medida del tiempo
Este antiguo reloj solar se usaba para marcar los turnos de riego, conocidos como “veces”. Una barra matálica proyectaba su sombra sobre una piedra, indicando el inicio y el fin del turno de cada vecino para usar el agua de la reguera.
El ‘reloj de vez’ es un ejemplo de organización comunitaria basada en la observación del entorno, que hoy se recupera como elemento de valor cultural y educativo.